Creo haber encontrado un vacío en nuestra rica lengua. Por mucho que he pensado, nada, que no encuentro una palabra que defina la siguiente situación.
Madrugada. 5 minutitos más en la cama. Domingo por la tarde. Sofá, mantita nórdica y peli. Se acaba la peli y me veo hasta los créditos por no moverme. En las dos situaciones estoy calentita a tope, pero sin llegar a sudar. Relajación a saco. ¿Cómo se llama eso?
Como no se me ocurre ninguna palabra que ya exista, me he inventado una que me vino mientras estaba en ese estado.
Zopa, en inglés zoppah (para que sigan comiéndose letras).
Qué sensación. Me encanta. Y cuando viene alguien a decirme:
"¿No te levantas ya, o qué?"
Yo le miro con una sonrisa y le contesto:
"Estoy zopa". Y me repantingo más.
Una siguiente acepción podría ser usarla como sustantivo. ¿Sería posible conseguir que se difundiera esta palabra para que se creara la práctica de zopa oficialmente? Actualmente ya existen empresas que tienen salas de siesta. Yo propongo que se llamen salas de zopa. Porque hay que innovar! jejeje. Y ya puestos a elucubrar, ¿por qué no usar el verbo "zopear"? Por disfrutar que no quede.
Un abrazo y gracias por entrar en mi blog.
En este blog encontrarás temas diversos de la vida cotidiana con una filosofía común. La de fomentar el pensamiento, el debate y el crecimiento. Se orienta hacia personas cuya mente inquieta se cuestiona aspectos sociales en los que se ve inmerso. Gracias por compartir juntos este viaje.
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domingo, 26 de octubre de 2014
miércoles, 1 de octubre de 2014
Del ladrillo al motor: Un cambio de rumbo
Hoy os voy a hablar de una persona sin su permiso. Se morirá de vergüenza cuando se entere, pero es que estoy orgullosa de él y no me canso de decírselo a todo el mundo.
De pequeñito tuvo problemas para seguir el ritmo de la clase. Lo típico. Niño tímido, de noviembre... Total, que se desmotivó pronto por estudiar y en cuanto tuvo fuerzas ya se interesó por el trabajo. Su padre tenía una empresa de reformas y con 16 años se fue a trabajar con él. Gracias a ese trabajo, pudo conseguir hacer realidad su sueño. Tener una moto. Pero no una cualquiera, sino la Ducati Monster.
De pequeñito tuvo problemas para seguir el ritmo de la clase. Lo típico. Niño tímido, de noviembre... Total, que se desmotivó pronto por estudiar y en cuanto tuvo fuerzas ya se interesó por el trabajo. Su padre tenía una empresa de reformas y con 16 años se fue a trabajar con él. Gracias a ese trabajo, pudo conseguir hacer realidad su sueño. Tener una moto. Pero no una cualquiera, sino la Ducati Monster.
Trabajando de sol a sol (y de lluvia a lluvia si se terciaba) y esperando que llegara el fin de semana para salir con su moto a disfrutar por los puertos de montaña. Sientes el viento que te golpea el pecho y el asfalto vibra peligrosamente cerca del cuerpo en cada curva. Brutal. Valía la pena una semana más. Así estuvo, trabajando desde 1999 hasta 2008 haciendo edificios. Viviendo de primera mano la locura del boom inmobiliario de España. Conoció un compañero de 50 años que llevaba muchos años de albañil. A pesar de sus dolores continuos de espalda, se negaba a pedir la baja laboral, porque si no trabajaba, no cobraba. Si cogía la baja, no le llamarían para la siguiente obra. Y así, gracias al buen humor y a la camaradería, seguía día a día con la catalana y el capazo. Dándole al ladrillo.
Cuando en 2008 se construyó ya suficiente, nuestro protagonista se quedó sin trabajo. Y vió la oportunidad para cambiar de oficio. Buscar otro empleo, esta vez que fuera bajo techo, más valorado, con más futuro. Así que pensó en trabajar de mecánico. Primero decía:
- Ya tengo 24 años. ¿Dónde voy ahora a estudiar, si nunca se me ha dado bien? Aquél barco ya zarpó. Yo lo que tengo que hacer es trabajar. Además, si me pongo a estudiar, no terminaré hasta dentro de 4 años! Para entonces ya tendré 28. Es demasiado tiempo.
Luego decía:
- Bueno, mientras busco trabajo, me apunto a la escuela de adultos y voy aprobando asignaturas para conseguir el título de ESO. Al menos hago algo.
En 2010 se sacó el título.
- Se me están acabando los ahorros y ya no puedo usar mi moto. Mientras sigo buscando trabajo voy a apuntarme al ciclo formativo de Electromecánica a ver qué pasa.
Se matriculó y en 2012 se graduó con la nota más alta y en poco tiempo encontró trabajo como técnico de mantenimiento en un centro para mayores. Con su experiencia de albañil y su título de electromecánico, tenía el perfil ideal.
- Este trabajo es provisional. Aquí hago pocas horas y el único motor que toco es el del aparato de aire acondicionado y la batidora. Voy a seguir buscando trabajo de lo mío.
A principios de este año, en primavera, tuvo una entrevista de trabajo en un taller mecánico cerca de casa. Un lugar donde le habían puesto mala cara cuando fue a llevar el currículum por no tener experiencia. No se lo podía creer. El mismo día de la entrevista lo contrataron para empezar la siguiente semana.
Y ahí sigue. Continúa quejándose de que cobra poco, que siempre hace lo mismo porque es mecánica rápida, que ningún trabajador pasa más de 2 años allí porque no hacen fijo a nadie... Ahora vuelve a llevar su moto, que casi estuvo a punto de tener que vender. Y además, me ha pedido que nos vayamos a vivir juntos.
Es un guerrero. Sigue queriendo más.
Es mi novio. Kike. Un ejemplo de superación e inconformismo. Cabut valencianot, me va a volver loca.
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